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21+21

Publicado: 3 de noviembre de 2016 en Competencia, Reflexiones
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No es casualidad que haya decidido escribir la experiencia de dos media maratones de 21 kilómetros de manera conjunta, tampoco es casual que lo haya decidido cinco meses después de mi última crónica del Ironman de Floripa. Julio y agosto fueron meses difíciles, la intervención quirúrgica de una fistula me dejo entrever el significado de la recuperación. Fueron tres meses bravos. La necesidad se impuso al consejo, así que vinieron los 21k  porteños con toda su pompa y estuvimos allí rodeados de amigotes del running y el grupo Adidas el cual me apaña en los berrinches. Mañana multitudinaria, temprana y húmeda, llena de cotillón y merchandising. Me era imperioso saber donde estaba parado de cara al soñado maratón neoyorkino, no había corrido en meses más que cortas distancias para despuntar el vicio. Allí estábamos, allí en la largada, allí donde tantas veces. Recorrido por más conocido, le conozco hasta las imperfecciones de las calles, hasta la inclinación de los tramos. Pero siempre es bendito uno por ver y correr en semejante urbe, Av. Del Libertador, Carlos Pellegrini de contra hacia el obelisco, la atractiva Diagonal Norte, la histórica Plaza de Mayo, la 9 de Julio y el remonte sobre la autopista Illia, todo eso es imperdible. Luego un coqueteo con la Costanera y augurando el fin se asoma el Planetario hacia el km 18. Lo que queda es la cabeza y la satisfacción de llegar. A 6’ el km el objetivo estaba cumplido.

Ni bien pasado quince días, tenía enfrente los 21 kilómetros del Puente Rosario-Victoria, particular carrera cuyos primeros 11 k trepa el puente en cuestión q saltea al Paraná. Es particular por su paisaje –desde ya- aunque no por ello menos dura y amena. La mañana nos encontró rodeado de afectos y convulsionada algarabía por un asado posterior –también- al que me había comprometido hacer. Largamos encajonados, es una autopista sin banquinas al pie del puente. Ello hace una largada lenta y tumultuosa, también la corrí varias veces, así que no me sorprende el escenario. Arriba viento y me golpean fuerte una gotas dispersas de lluvia, bajando y hacia la mitad de la carrera el sol levanta la humedad haciendo pesado el tramo costero. A mi ritmo comparto junto a los que no van tan rápidos el placer de distraerse un poco con humoradas sueltas y motivaciones banales. En la vuelta sobre el Balneario La Florida siento que puedo encarar los fondos sobrevinientes para la “Major” Marathon de New York. Llego animado entre el vitoreo de la gente que nunca abandona. Feliz.puente-2

Es la distancia mas linda, al menos para este amateur que encontró en el running un disfrute maximo. La media maraton -tal se la conoce- ofrece un escenario al que muchos subestiman por el preconcepto de que Buenos Aires es una ciudad llana, de hecho lo es, pero el circuito propone unas subidas casi imperceptibles pero que “comen” pierna sin dudarlo.

El marco fue imponente, mas de 23.000 inscriptos con 21k_ñandutodas sus ganas y objetivos a cuestas coronaron una jornada de dia agradable y fraternal camaradería. En lo personal, fue mantener el ritmo ya que depara en un futuro proximo una maraton de 42kms. y un Ironman 70.3 en otro pais. Asi, la avenida Libertador se abrío hacia el kilometro 3 con toda su belleza y su pavimento prolijo. La 9 de Julio por Pellegrini en contramano te da la bienvenida con una trepada tan corta como despiadada; uno viene confiado y los cuadriceps estallan tratando de no perder el paso. Asi el peloton se va acomodando y entro en el cajon de Diagonal Norte saludando al papá de @Dlischetti que me apunta con la camara de fotos. Sobre la afrancesada Avenida de Mayo me conecta @ClaudiaCozzoni y vamos juntos por la 9 de Julio rumbo a la Illia toda para nosotros. El autopista y sus desniveles ofrece resistencia pero nos acomodamos dentro de los que no se dan por vencidos. La av. Sarmiento y su paso nivel subterraneo es el ultimo de los desafios, faltan 2 o 3 kilometros y esa subida se “carga” a varios. Me despego, me arrojo una botella de agua, tengo calor y enfilo intentando estirar las pierna por la archi conocida Figueroa Alcorta. Desde allí al arco es toda satisfaccion, se sienten las piernas pero correr una media maraton es siempre una bendición, al menos para mí.

Gracias a FotoRun por la foto.

En la India hay una ley que dice: «Lo que sucede es la única cosa que podía haber sucedido».

Así dicen, aunque no me consta –al menos en forma de ley. De ser así, nada, pero nada, absolutamente nada de lo que nos sucede en nuestras vidas podría haber sido de otra manera. Ni siquiera el detalle más insignificante. Y siguiendo con el análisis inclemente, no existe el: «si hubiera hecho tal cosa hubiera sucedido tal otra…». No. Lo que pasó fue lo único que pudo haber pasado, y lamentarme por no haber corrido más rápido sería una suposición, un supuesto, una teoría. Hoy estuve hablando de esto, por eso rondó en mi cabeza cuando escribí el post.

La verdad que la noche anterior me reuní con amigos, donde Mauri (@nobmuse) se destacó como expertise de carnes asadas y anfitrión, resaltando su pericia en el dominio de las brasas y la elección del vino. 2015_ 10k BCR 3

Apenas 4 horas después estaba dirigiéndome a correr un 10k picante y parejo al cual me había comprometido a mi mismo ver en donde estaba de cara al Triathlon IM 70.3 Itaipu en unos días.

Todas y cada una de las situaciones que nos suceden en nuestras vidas son perfectas, aunque nuestra mente y nuestro ego se resistan y no quieran aceptarlo –reza el manifiesto indio.

Bien, corrí a ritmo, siempre por debajo de los 5’ el km, puse lo que tuve que poner: las ganas y el compromiso de volver a sentir que puedo lograr algo.

Fueron 48 minutos incómodos, la humedad y el pesar de las piernas carcomieron el espíritu desafiante, el halito competitivo. Pero esto sirvió para aprender la lección de que ninguna distancia, por más intrascendente que sea debe tomarse a la ligera. Haber corrido maratones, hasta Ironman formaron una experiencia que me permitió capear la tormenta, pero rescato lo valeroso de aprender de los errores. Jamás se debe correr mal nutrido y sin descanso. He aquí una regla que recordaré por siempre.

Desde el último post mis zapatillas soportaron un maratón, una media maratón y una carrera de distancia híbrida que conlleva unos 15 kilómetros. En las primeras dos, las más exigentes, acompañé a una debutante de la tradicional distancia de la ciudad griega. He vivido –mejor dicho, revivido- en su pesar mis comienzos, mis experiencias vírgenes. 42k 1 rosarioEs un disfrute desolado, es una sensación difícil de encasillar. Cuando nos adentramos en los veinte kilómetros sentí sus pasos como si fueran míos, no se dio cuenta, nunca, pero yo sabía lo que le estaba pasando. Yo había estado allí en peor estado. Sentí sus nubarrones y su imposibilidad de pensar. Sé lo que es quedarse sin azúcar para alimentar al cerebro y ver que todo es confuso y cuesta hacer una sencilla cuenta. Sí, esto pasa en un maratón. La dejé que su ultimo kilometro lo corra en soledad, libre de arengas y pláticas. La dejé cruzar sola la línea del metro 42.195. Nos abrazamos en la llegada y sonrió como una niña.

Los 21kilometros que siguieron fueron en Lanús, una media maratón llena de curvas y un trazado muy pero muy urbano. rosario 42 2Allí la acompañé hasta el kilometro quince, no pude lograr que mantenga el ritmo por estar demasiada cargada sus piernas, de seguro por la proeza de los 42k días antes. En esos seis kilómetros faltantes corrí exigido buscando un efecto incomodo de esfuerzo y hazaña. Debo reconocer que eso fue lo que más me gustó.

El 15 k es una ordenada y organizada carrera de New Balance por Palermo. Corrimos también juntos y fuimos a buen ritmo hasta el kilometro nueve o diez. A partir de allí, apreté como un caballo desbocado tratando de conectar a un conocido que corre más rápido, aunque a rigor de verdad, nunca lo alcancé pero tal motivo me contentó al haber soportado la exigencia.

Siempre es lindo correr en competencias, al menos para mí es lindo. La paso bien.

20k Fiestas PatriasDebo reconocer que me gusta –a veces- correr a través de otras personas. De seguro en este instante te asalta una pregunta: ¿Qué es esto? Bien, es como un juego, lo suelo hacer, sí. Es como ver una película, o leer un libro o un manual: porque trasciende a imaginarme en ellos, va mas allá, realmente lo vivo, vivo ahí en ese rato, realmente lo vivo. Admito que se me hace absurdo, divertido y estimulante.

Quiero destacar que no cambiaría mis carreras –o como las corro- por nada, porque encuentro que no tengo para qué ni por qué, si puedo vivir lo mío; pero además hacerlo a través de otros.

En las últimas tres semanas corrí un 10k en la ciudad de Rosario (Fiestas Patrias del Banco Nación), los convocantes 21k de Nike -al que todos referenciaron como el #WeRunBue- y los 10k de Argentina Corre, éstos dos últimos, en la ciudad de Buenos Aires. Y pasó lo que narraba precedentemente, viví las carreras como un observador, pero un observador al que se dejó llevar por las sensaciones de otros. Volver a percibir la ansiedad, sostener el paso, el empedrado, la sed, el cansancio, la alegríawerunbue 2015, todo lo invadido por el ímpetu, el frenesí.

En un torrente de impresiones corrimos junto a miles de runners, aun hoy me sigue impresionando ver cuánto ha crecido el deporte, que a decir verdad, es cada vez más una forma de vida.

Los 10k de Rosario fueron rápidos, en un recorrido harto conocido. Me entretuvo un duelo ajeno pero al que disfruté desde un lugar privilegiado. Los 21k de Nike en cambio, requirieron de un esfuerzo distinto a fin de preparar el próximo maratón (42k) dentro de pocos días. Allí me centré en ser parejo, presté atención a los cambios de ritmo, y particularmente –aunque le pasó a muchos- me costaron los últimos kilómetros. Una llegada repleta de merchandising producto de una organización prolija y a sabiendas de lo que hace, coronó un domingo que despuntaba a todo sol a pesar del frio. Las mantas de papel aluminio completaban un paisaje futurista, de ciencia ficción, son esas postales que resaltan sobre otras, como las de una cartulina más 10k arg corre 3densa o un diseño más llamativo. Los 10k de Argentina Corre, los corrimos rápido, a pesar de que por la mañana había hecho otros 10 kilómetros de entrenamiento y sentía cargadas las piernas, pero sobre todo los disfruté, fuimos como chiquilines sin pensar demasiado, y esa licencia suele aportarte más alegrías que angustias o dudas.

Siempre me reconforta correr, incluso cuando no persigo ninguna meta concreta, correr en mí es (justamente) correr, es el camino; la meta es parte de ese camino. Solo eso.

Las competencias son entrenamientos, también.

Bah, al menos para los amateurs como yo.

Fiestas Mayas 2015

Publicado: 29 de May de 2015 en Competencia, Reflexiones
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La corrí en varias ediciones. Es cita obligada para los enamorados de “el deporte de los humildes”, como solía decir el “gordo” Muñoz. Desconozco la precisión de sus orígenes pero sí sé es que existe hace mucho.

Sucede algo con este tipo de retos, a medida que el amateur se adentra al mundo competitivo, anhela con extremo esmero añadir dificultad o distancias en su futuro cronograma. Tal vez esa es la razón del porque su público es siempre fresco y animoso, multitudinario.

2015 fiestas mayasYo la corrí viviendo la novel experiencia de otros, la corrí para encontrarme con amigos, la corrí para disfrutar de un recorrido –aunque por demás conocido- siempre bello y encantador.

El cotillón fue portentoso y de increíble puesta escénica, le siguieron shows y sorteos y merchandising; aunque sé que algunos la corrieron con pendencia y desafío.

El día fue ideal, clima templado, sin viento y un sol que arrullaba sin exagero. El recorrido –para mí- con demasiadas curvas pero en un corredor como yo eso no influye en nada.

El trote fue parejo y en el ultimo kilometro soltamos las piernas para adentrarnos en una calle circunvalada de gente jubilosa y contenta. Nos saludamos tras la meta con la franca satisfacción de haberse vencido así mismo. Lo mejor vino después, el encuentro excusando el festejo entre mates y budines y galletas y las típicas anécdotas acerca de sensaciones percibidas en el kilometro 8.

Una carrera no solo es la resultante de la distancia transitada. En ella confluyen además, un sinfín de factores que sirven para medir la evolución del entrenamiento entre otras cosas. En el amateurismo esto parece exagerado, ambicioso, pretenciosos –si se me permite- pero de algún modo u otro, todos lo hacemos, todos nos medimos, todos comparamos –casi siempre- contra sí mismo.

Esta es una competencia conocida, no sólo por la cantidad de veces en la que la he participado, sino porque su recorrido no ha variado suficiente. La correspondencia de las fechas año tras año hace que las condiciones no sorprendan y la conviertan en una jornada previsible y predecible en todos los sentidos.

Buen clima, buen marco, inmejorable perspectiva para bajar marcas o cumplir objetivos. Otra vez en el cajón de salida y la terrible sensación de la no ansiedad, la no sorpresa, la no agitación. Ya el regresivo reloj no produce la más mínima vibración. Me ajusto los cordones, demasiado, descubriría a la altura del séptimo kilometro. Bebo un Gatorade antes de largar, otro error que recalca la máxima de aprender todos los días.

3, 2, 1 largamos, ya sorteo el malón con destreza y paciencia, conozco el empedrado del bajo, el túnel, su humedad, su retumbe, su acústica, la gente grita emocionada, parezco un espectador, un mero concurrente. Me siento pesado, las piernas pesan, la remera pesa, los pasos pesan. Cosas que pasan. Las carreras son todas distintas y nunca salen como piensas, o casi nunca, dijo por ahí el enorme Mark Allen; bueno, eso.

Algún que otro duelo intrascendente, frívolo.  Algún cambio de ritmo. Algún de muchos algunos. Y así se engulló el pavimento entre bromas y groserías con conocidos.

Los últimos 3 kilómetros los sentí propios y resignado a no batir ninguna marca, los corrí con el respeto que encierra una media maratón. Los corrí con la entrega de que al final, allí, bien al ladito del arco de llegada me esperaba mi mamá, mi fan, la única a decir verdad, la que no sabe de tiempos ni de marcas, ni de ritmos, ni nada de lo que encierra el running.

Allí estaba para abrazarme y decir –casi mecánicamente- “que rápido Nestitor, te felicito”. Sonreí, le ofrecí Gatorade “No, tiene mucho sodio y el médico me lo prohibió” sentenció. Volví a sonreír cómplice y le dije “Vamos, ahora te hago unas pastas si querés”.

Las carreras tienen estas cosas. También.

 

El domingo último (12 de abril) corrí la Media de B’Aires, una carrera rápida, bastante llana y perfectamente medida (casi 21.100 metros). Quienes me conocen saben que a veces cuento una historia, una anécdota, o revivo un recuerdo en primera persona. Suelo hablar en primera persona, pero también lo hago como un mero observador, como un curioso, o un mirón.

Esta experiencia –la de estos 21k- será como de esas charlas sobre banalidades, o cosas livianas al borde de una pileta o después del entrenamiento o en una sobremesa.

Sé que persigo una pretensión desmedida: contar, historiar, desentrañar y transmitir una parte cardinal de mi vida. Sabrán disculparme por el atrevimiento.MediaBaires 3

En el tronco del relato subyace la llegada en bicicleta, el amanecer citadino, los personajes de la hora entre los que van a dormir y los que despiertan. Palermo y su arrebatada algarabía repleta de banderas, escenario y carpas que crecen de competencia en competencia.

Allí motivado tan solo con la búsqueda de ver que todavía puedo sostener un paso, o inventándome algún estúpido desafío como “conectar al de verde” o “que la liebre de 5’10’’ no me alcance”. Asi somos quienes corremos, algo niños.

La música alta y la animación impetuosa en la largada y el devenir de kilómetros encontrando el paso elástico y relajado. Así fui, entre pequeñas persecuciones a conocidos y recuperaciones necesarias. Saludos y sonrisas, motivación y encanto. Fotos y bebidas isotónicas, la liturgia runner en plena ceremonia.

Cuando sentí las piernas aguijonearme estaba en la recta final, el cajón ganador que te conecta con el arco de llegada. Es solo un instante. Es una sensación pura. Es eso.

-Buen tiempo, man.- me dije en voz baja.

La cosa es que fui parejo y llegué entero.

Si estas líneas tuvieran un propósito, ese propósito sería que después de leer este exordio te pusieras unas zapatillas y salieras a correr 3 o 4 kilómetros, solo eso. Así empecé yo, a correr…

Es increíble lo que puede hacer un simple hábito con el tiempo.

Al fin y al cabo, como en una síntesis, tu eres perfectamente consciente de que el correr es la excusa, tú tienes la firme convicción de que todo esto lo puedes aplicar a lo que quieras en tu vida.

Además, siempre he pensado que contar historias es una manera de construir un mundo mejor, y creo que este es el mejor medio para contarlas.

Bien, sepan disculpar la osadía de esta crónica pero bien merece la pena. Al fin y al cabo fue hace menos de un mes. 😉

Son 8 kilómetros a puro asfalto. Recorrido citadino por calles tradicionales y paisajes históricos. Además, la determina la extrañeza de que se corre el 31 de diciembre.

En Buenos Aires los fines de año suelen ser muy calurosos, otra de sus particularidades.

Suelo correrla siempre, es una reminiscencia, una recapitulación, a veces le doy un carácter casi devoto, no sé el porque, me pasa con otras carreras.

Con el obelisco de fondo, el cajón se ordena por la diagonal más importante de la capital. Arco de largada, que a la vez hace de llegada, escenario de fondo y algarabía reinante. El alboroto lo traen los debutantes, los grupos, la gente. Todos están contentos, la fecha ayuda.

Ahí estoy, contento, la fecha seguramente, la compañía también. Foto 30-12-14 21 30 14

Estamos apretados en la largada, hace calor, mucho. Humedad, está pesado, el aire se condensa, todo transpira, gotea, yo transpiro, la calle transpira, la ropa. Todo. Miro hacia arriba buscando aire fresco, veo el reloj, todos gritan, falta un minuto, uno solo.

Largamos.

Todos salen rápido, demasiado. La Plaza de Mayo se abre en la desbocada carrera. Sorteamos la Casa Rosada como quien corre 100 metros llanos, todos van muy por debajo de sus tiempos. Los veo jadear, siento la pesadez del aire en los primeros 2 kilómetros, me arrojo agua. Llega la subida por Av. Independencia, mis piernas la sienten, cada paso retumba en mi lesión intercostal producto de una caída en bicicleta. Cada paso es una meta en sí misma. Pero es una carrera hermosa, bien de calle.

El resto de los kilómetros se zigzaguean entre edificios centenarios, es un paseo en sí, creo que nadie se detiene en ello, yo sí.

La Catedral. Curva, veo el arco que esta vez es de llegada. Miro el reloj, sonrío, corrí a 5’ el km. promedio. Feliz… una vez más.

Agua. Agua en forma de lluvia. Agua en forma de charco. Agua en forma de lago. Agua en forma de parque. Solo ocho kilómetros a puro corazón, de abrazar una causa común a la que nadie en realidad conoce. Todo se mezcla, todo se acerca, todo se aleja. Allí 8k newellsestamos, en el impecable “field” a decir de los ingleses. Todo es rojo y negro. Todo. Todos.

Frenesí de folklore barra brava en la largada. Agua y más agua, la gente salta y salta más. Nos acordamos de nuestros enemigos porque ellos nos justifican en cierta forma, así es el hombre como dice el poeta. Agua y más agua. Largamos endemoniados, cegados por vaya uno a saber qué. Allá vamos rodeando al Coloso como en una vuelta olímpica eterna y total. Rápido, vamos rápido, rapidísimo. A 4’20’’ el km, nada importa, todos sienten que corren por el club. Es una ofrenda, es el sacrificio a los dioses. Acá no hay plan, el plan es no tener plan. Aire. Agua. Viento. Todo se funde en un temporal.

Los primeros cuatro kilómetros es una embriaguez en sí misma. Ni sabemos cómo estamos, tampoco importa. Es un viaje. Hacia el ultimo kilometro voy sosteniendo la cordura de mantener mi paso porque todos me llevan de los pelos. Por el codo Este de cara al Museo entro al césped glorioso e histórico, y sobre el área en la que vi a Cucurucho hacer un gol levanto los brazos y me abrazo con quien tiene la 32 en la espalda. 35 minutitos los 8 kilómetros de entusiasmo. Una locura. (finis)